SENTIMIENTOS




        Es muy complicado definir un sentimiento... Para mi, es como una canica que va rodando del corazón al cerebro, una y otra vez. A veces, se queda estancada a medio camino, y es entonces cuando sientes esa sensación de ahogo, que no te deja respirar.  





  En mi afán de autoanalizarme y de reflexionar sobre las cosas del alma, he llegado a la conclusión de que incluso ante los sentimientos que nos hacen más felices, tenemos que crear ese punto masoquista que nos hace sufrir. Cuando nos enamoramos, lo hacemos porque de alguna manera, vemos la perfección en la persona elegida. Creemos que no habrá nada que nos haga ver que no es así.Pero el amor también nos hace vulnerables e inseguros y de una forma inconsciente, empezamos a sufrir por ese miedo a perder a esa persona. Al mismo tiempo, vamos descubriendo que como cada ser humano, tiene defectos, a la vez que dejamos patentes los nuestros. Dejamos de disfrutar plenamente, y de idealizar esa relación. Es la prueba de fuego. La canica ahora está en nuestro cerebro, y si éste la acepta gustoso, el equilibrio con el corazón está cerca. El amor se sosiega, sin perder la pasión, pero queriendo de mejor manera. De una manera más real y duradera. 



Por el contrario, cuando algo triste pasa en nuestra vida, es como si se nos partiese el corazón en añicos. Todo lo vemos negro, aunque la mente luche contra ello, el corazón ya ha repartido todos sus pedazos por todo nuestro ser. El cerebro cede ante esto, y de alguna forma nos creamos una burbuja de dolor, envuelta de victimismo y aislamiento. Como si de repente nos creyésemos que nadie más es capaz de sufrir como nosotros. Poco a poco, el cerebro va recuperando sus dotes de mando, va relegando ese dolor, únicamente al corazón, consciente de que si también está en él, no nos va a dejar vivir. 
Al sosegarse nuestra mente, vamos rompiendo la burbuja y volvemos a sentir, que somos igual que los demás, y que la vida tiene que continuar. 

Estos dos ejemplos, me sirven para darme cuenta, que realmente, hasta los sentimientos más puros del alma, están siempre regidos por un egoísmo que no podemos controlar. Un egoísmo que es lo que nos hace humanos.