OTRA PERSPECTIVA



Hace unos días fue mi cumpleaños.
Siempre me ha parecido un engaño del calendario. La edad, a pesar de lo que diga la partida de nacimiento, es una cuestión de pensamiento y actitud ante la vida. Conozco personas muy jóvenes que se comportan como viejos decrépitos y personas que están en lo que llamamos "la tercera edad", llenos de entusiasmo y optimismo; pero a pesar de todo, no dejo de sentir cierta melancolía cuando llega esta fecha, y vuelvo a sentir que mi edad biológica no tiene nada en común con mi edad psicológica y emocional.

 No me identifico con mis coetáneos. Salvo raras excepciones, los veo carcas y con una actitud conformista, como si ya hubiesen llegado a la meta que desde niños se marcaron o lo hicieron sus familias. Han cumplido con lo que se esperaba de ellos en la sociedad. Yo no. Y a pesar de eso, y a pesar también de tener mi propia jaula, me siento libre. No he conseguido muchas de las metas que me propuse, pero tampoco he entrado por el aro de las que me propusieron los demás. Eso, de alguna forma, es un aliciente a tener en cuenta en los momentos de "bajón". Cuando veo a tanta gente haciendo cosas que no quiere hacer y viviendo una vida radicalmente opuesta a la que habían soñado, atados a yugos impuestos, no puedo por menos de sentir un aire de libertad e independencia. 

 Yo también estoy en una jaula, no digo que no, pero  mi jaula la he fabricado yo, y he entrado voluntariamente en ella. Puedo salir cuando quiera y hasta en los momentos en que la puerta de la jaula se cierra, miro mis manos, y ahí veo la llave para abrirla si quiero. Esa es la ventaja, pues hasta los que "gozan" de una de oro, no tienen lo más preciado: la llave.


Cuando el calendario me recuerda que he cumplido un año más, tengo que ser honesta y reconocer que una especie de melancólica rebeldía se apodera de mi durante unos instantes. Cómo decía cuando abrí este blog, me invade una extraña sensación...  
" (...) La de no pertenecer a ningún lado. Para los jóvenes soy demasiado mayor. Para los viejos demasiado joven. Para los liberales moralista. Para los conservadores libertina. Para los pragmáticos cursi. Para los románticos fría..." 
Pero pronto se me pasa esa sensación y empiezo a valorar las ventajas de esa edad que dice mi D.N.I. que tengo. 
Tengo la edad suficiente para decir lo que pienso sin temor a regaños... La suficiente para infundir respeto y credibilidad, y a la vez la suficiente para ver en las miradas de los hombres que aún provoco deseo. La edad suficiente para seleccionar a las personas con quien quiero compartir y desechar a las que nada me aportan o me aburren. La edad suficiente para tener miles de recuerdos y vivencias, mientras sigo teniendo ilusiones y sueños. La suficiente para no permitir que nadie pase las páginas del libro de mi vida, y a la vez, permitir que alguien pueda seguir escribiendo en ellas. La de poder hablar del pasado y planear un futuro. La de mirarme al espejo sin engaños. La de decir lo que pienso aún a riesgo de ser malinterpretada. La de no permitir en mi vida a quien no me valora lo suficiente. La de aprender a empatizar sin dejarme engañar por espejismos. La de poder llamar estúpido a quien me parece que lo es mirándole a los ojos, y de la misma forma, expresar mi admiración a quien la merece. La de bajar a los infiernos, pero sólo de visita, sin tener que ir después buscando cielos... La edad suficiente, en definitiva para VIVIR en mayúsculas y para poder permitirme el lujo de vegetar, si lo deseo.

Aunque ahora que lo pienso... Casi todo esto lo he hecho siempre. 


Así que, aunque puede que ahora la mire desde otra perspectiva, 
tengo la misma edad desde hace mucho tiempo.
Y creo, que es una edad magnífica.
Y hoy es un día importante, porque es un día más.
Una página más que pasar, y otra en blanco que queda por escribir.