SER MUJER



       En esta sociedad que vivimos de contrastes y frases hechas, en la que manifestar opiniones en contra de lo que es moralmente inadmisible, es lo políticamente correcto, que por cierto, esta frase tan en boga, la mayoría de las veces lo que significa es, quedar bien.
  
   Hoy día, por ejemplo, pobre del hombre que se le ocurra hacer un chiste malo o un comentario con tintes machistas sobre la mujer, porque se le acusará de misogino o de algo peor... Cuanto han cambiado los tiempos...!! Hasta no hace mucho esos comentarios eran aplaudidos por muchos de los machos que hoy los reprueban, pero aún sin haber cambiado la forma de pensar, no es "políticamente correcto" no criticarlos.  

Lo que quiero destacar es que a pesar de que sigue habiendo abusos, y que ciertos sectores de la sociedad sigue viendo a la mujer como ciudadano de segunda, afortunadamente las mujeres tenemos conciencia de que somos nosotras las que hemos de marcar nuestros propios objetivos, sin tener estos que estar limitados a ser madres y esposas o a trabajos "de mujer"... No solo hemos demostrado nuestra capacidad, sino que en muchos casos, supera con creces a la de muchos hombres... 

Pero claro, todo esto lo digo de forma general... Por desgracia para nuestro género, hay mujeres que se agarran a su sexo, para conseguir con sus armas visibles, lo que no pueden o no quieren hacer con su cerebro. Mujeres que les es más cómodo seguir explotando la inmerecida etiqueta de "sexo débil" en lugar de considerarse personas. Estas son las que en ciertas ocasiones, entran en el mismo saco de todas las demás, haciéndote sentir vergüenza de pertenecer al mismo sexo que ellas.

En contrapartida, existen esas otras que luchan por los suyo, por sus derechos, por su gente... Que no se dejan amilanar por la supremacía del macho, ni por leyes con trampa,  impuestas por unos dirigentes carentes de ética y de sentido común... Que demuestran día a día, que ser mujer es mucho más que tener tetas o lavar calzoncillos. 


Esta semana he sabido de la trayectoria de dos mujeres antagónicas...No voy a entrar en los detalles de sus vidas, pero si en su funcionamiento, para hacer más comprensible lo expuesto en los párrafos anteriores...  La primera la he conocido en persona, y de forma casual, he podido comprobar como esta "señora" abusando de su condición femenina, y utilizando todo tipo de triquiñuelas victimistas y falsas, ha hundido en la miseria a un hombre bueno y a sus hijos. Y claro, como toda esa maldad iba acompañada de lagrimitas, a nadie le dio por pensar que fuese ella la artífice de esa ruina. 

A través de una persona a la que yo quiero mucho, he conocido detalles de la vida de una gran mujer, que ha sorteado todo tipo de trabas y sinsabores, con la cabeza muy alta, y que ha luchado con uñas y dientes por lo que ella consideraba justo, sin amilanarse ante el poder y el enchufismo... Una mujer que siempre ha tenido  claro cuales eran sus prioridades, costase lo que costase, y que no era otra cosa que su propia superación y el sacar adelante a sus hijos.

Dos caras de la misma moneda, que según de que lado caiga, así será la opinión que los demás tengan de ella.

Soy mujer, y estoy orgullosa de serlo, pero quiero ser mujer sin etiquetas, sin día especial para recordar a la sociedad que existo, sin utilizar mi sexo para allanar caminos, sin lágrimas para ocultar culpas, sin subir la falda, sin bajar la cabeza... MUJER con mayúsculas.



 

INVENTANDO VIDAS



        Es curioso como a través del comportamiento de las personas, se puede adivinar  su situación y su vida. Nuestros gestos, miradas y frases sueltas, sobre todo si no sabemos que nos están observando, dicen más de nosotros que una larga conversación. 

Una de las cosas que más me entretienen cuando voy sola, es sentarme en una terraza y observar a la gente que me rodea...Es un juego mental, que consiste en imaginarme como son sus vidas a través del comportamiento que veo en ellos.



Hace buena temperatura y la terraza está llena de gente tomando el aperitivo antes de comer. La mesa situada a mi derecha está ocupada por una pareja relativamente joven con un niño de unos seis años, que enseguida se levantó y empezó a revolotear entre todas las mesas gritando algo imposible de entender, ante la pasividad total de sus padres... Ella con la mirada perdida, come patatas fritas de una forma mecánica. Una tras otra, una tras otra.  Él juguetea con el móvil, mientras bebe pequeños sorbos de cerveza. Ninguno de los dos se mira. Ninguno de los dos habla.
Cuando habían pasado unos diez minutos, él se levanta, y dice sin dejar de mirar el móvil: _ ¿Nos vamos?  Y ella encogiéndose de hombros y llamando a gritos al niño (Sergio se llama la criatura) se levanta también.
Y les veo alejarse, ella delante con el niño de la mano, y él detrás, tropezando por no levantar los ojos del teléfono.
Me han parecido una pareja en la que el AMOR, con mayúsculas, hace tiempo que pasó a un segundo plano. Posiblemente, ya tengan lo que planificaron al casarse: una casa, un hijo, un apartamento en la playa. Y aunque ya no haya pasión en sus vidas, y se aburran, seguirán juntos para siempre, porque tienen algo que les mantendrá unidos toda la vida... LA HIPOTECA.

A poca distancia de mi, a la izquierda, se encuentran cuatro mujeres de edades comprendidas entre los cuarenta y cincuenta años. Vestidas de lo más barroco, comen gambas con tanta dedicación, que pareciese que estuviesen convencidas de que si no se dan prisa en acabar con ellas, alguien se las pudiese quitar. Y mientras comen, hablan...Si. Y las cuatro a la vez.
De pronto callan un momento, y pasan a darse codazos unas a otras, porque un atractivo chico, pasa junto a su mesa. Cuando el joven se aleja, comienzan a pronunciar frases soeces, a modo de halago hacia el chico, entrecortadas por enormes carcajadas que se convierten en el fondo musical de la terraza.
Y mientras ellas ríen, gritan y comen gambas, yo miro sus ojos, y los pequeños surcos que hay alrededor de ellos... Y veo tristeza y soledad. Posiblemente cuando se vayan de aquí, cada una se irá a su casa, y volverán a su realidad, mientras esperan el próximo encuentro con sus amigas.



Empieza a refrescar, y yo también me voy... Por hoy, el juego de inventar vidas ha terminado. Mientras camino, me pregunto si al igual que yo, habría alguien en esa terraza,  que se haya estado inventando la mía.





QUITARSE LA CORAZA



       Hay personas que bien debido a su carácter o porque las circunstancias de la vida así lo ha provocado, se cierran en si mismas y no exteriorizan sus sentimientos... Como si pensasen que si lo hiciesen, estarían dando armas al enemigo. Su ostracismo va generando una costra cada vez más dura, y en consecuencia, cada vez más difícil de romper. Hasta hace un tiempo, yo era una de esas personas.  


Cuando una mujer joven, casi una niña, comienza su andadura por la vida y se adentra en un mundo donde la mujer está considerada solo eso.. mujer, tiene la necesidad de proteger su integridad. Hay que inventarse una personalidad fuerte, ya que para que la respeten, tiene que demostrar que en un momento dado, puede dar un puñetazo en la mesa... Y cuando eso ocurre, ese rol tiene que continuar. En un mundo frívolo y de apariencias, es necesario levantar un muro emocional... La imagen de una mujer dura e inaccesible crea un halo de misterio en los demás, que incluso puede agradar. El no mostrar las debilidades y los miedos te hace parecer fuerte... La gente te encuentra rara, pero te respeta. El problema surge cuando te das cuenta que debajo de ese maquillaje, y de ese glamour lo que queda es una mujer deseosa de mostrar sus sentimientos, de poder llorar cuando la congoja esté ahogando su alma... De decirle a alguien mirándole a los ojos que le quiere... De dejarse abrazar por un amigo mientras le cuenta sus frustraciones... De reír sin complejos cuando es feliz...

Y llega un momento, que te das cuenta que lo realmente importante es mostrarte como eres, sin coraza... transparente, con las personas que merecen la pena... Y dejarles claro tu cercanía, que pueden confiar en ti... Que también pueden llorar y reír contigo.

La vida me ha enseñado que es necesario a veces llevar una coraza, pero también que hay que saber en que momento hay que quitársela, y con quien.

UNA SOLEDAD...Y MÁS



    Siempre me he preguntado porqué se habla de la soledad como si fuese un estado general, como si tuviese una forma definida y se instalase en nuestro ser.. Como una etiqueta. 
En todo lo que llevo de vida, he sentido y siento la soledad con muchas caras y formas. En cada circunstancia, me ha hecho sentir cosas diferentes. Algunas veces, incluso felices.

Cuando era niña, ya pensaba como adulta, quizá porque en mi entorno familiar no me hacían sentir niña. Por esa razón, en el colegio era conceptuada una sabionda y no encajaba muy bien entre las demás. Ellas hablaban de muñecas, y yo me aburría; entonces la soledad se instalaba en mi y una sensación de que era un bicho raro me invadía. Era una soledad de aprendizaje, de endurecimiento del carácter.

He sentido la soledad con el primer amor... Puro, autentico, pero prohibido en una sociedad rancia y moralista, que solo entendía de corrección y no de sentimientos. Al no poder gritar a los cuatro vientos este amor y tener que esconderlo, era una soledad que ahogaba, que oprimía el pecho, y solo respiraba en los brazos del hombre al que amaba.

Cuando cansada de multitudes, frívolos halagos, excesos más o menos controlados y golpes crueles del destino,  la soledad fue requerida por mi. Sólo necesitaba mi propia compañía. Y en ese estado casi autista, esa soledad me proporcionó paz, y la oportunidad de poner en orden mi mente y mi vida.

Creo que la peor soledad es la que se vive en compañía. Soledad que también he experimentado... Cuando con la persona que vives solo hay miradas perdidas, besos fríos y caricias heladas. Cuando no existe diálogo... Cuando no existe nada. Esa soledad, si no la echas de tu vida, te anula, te aniquila.

Ahora la soledad es intermitente y mental. Va y viene. Pero ya no me sorprende, no me angustia, no me tiraniza. La he bajado de su pedestal de dominio. Nunca más caeré en la trampa de refugiarme entre multitudes para paliar esa soledad. La búsqueda desesperada de encontrar compañía, sólo produce un vacío añadido y una sensación de cierto patetismo.

Cada soledad es una enseñanza, un conocimiento de nuestra propia persona... Y en algunos momentos, una amiga.