NO CREO

NO CREO
 
No creo en guerras ajenas,
ni en batallas de conveniencia,
ni en respuestas colectivas,
ni en banderas de doble faz,
ni en disparos de advertencia.


No creo en amenazas cobardes,
ni en daños colaterales,
ni en ninguna tradición,
ni en la suerte del principiante,
ni en lecciones de ganador.





No creo en sabidurías pasivas,
ni en la ignorancia en acción,
ni en infiernos a medida,
ni en cielos redecorados,
ni en lucha sin convicción.


 

No creo en jueces que no se juzgan,
ni en médicos que no se curan,
ni en verdugos que no se ejecutan,

ni en sermones desde un púlpito,
ni en guerreros de salón.



No creo en palabras de consuelo,
ni en un "jamás",
ni en un "para siempre",
ni en palmadas en la espalda,
ni en un "todo se andará".


No creo en la fidelidad forzada por un contrato,
ni en el amor como condición,

ni en un "si quiero" que suene a eternidad,
ni en una unión con bendición.

 
No creo en nada,
que apeste a falsedad u obligación.

No creo en dogmas que apelan a las conciencias,
ni en falsos profetas,
ni en falsas promesas,
que insultan a mi inteligencia.

OJALÁ...


OJALÁ
 
Ojalá poder separar cerebro y alma...
Ojalá saber mentir aunque sea un rato.
Ojalá poder quedarme en la superficie.
Ojalá saber callar la verdad con la sonrisa en los labios.

Ojalá saber entrar en el juego de los halagos gratuitos.
Ojalá poder dejar de intentar proteger.
Ojalá no saber leer entre líneas.
Ojalá no presentir ni creer.

Ojalá saber trampear lo vivido.
Ojalá poder sentir una empatía a la carta.
Ojalá poder enfriar los sentimientos.
Ojalá saber decir "te quiero" sin sentirlo.
 

Ojalá poder sufrir sólo por lo propio.
Ojalá saber valorar sólo lo frívolo. 
Ojalá poder dejar de estar, para sólo ser.
Ojalá... 






 Pero entonces eso sería optar por el vacío,
por la mediocridad y la hipocresía.

Por los parabienes por cumplir,
por la falsedad y la mentira. 

Ojalá entonces nunca sea así,
aún a riesgo de no sentirme amada ni querer,
aún a riesgo de morir en soledad,
aún a riesgo de perder.
 

Ojalá.


LA LECCIÓN DEL ESPEJO

LA LECCIÓN DEL ESPEJO

  Escapar sin huir, hacerme a un lado, abrir los ojos.Comprender que no basta con sentir, que está muy bien tener el alma alimentada, pero que volcando todo el sentimiento ahí no sólo va llenando de disfraces la mente, sino que una carencia de realismo se va adueñando de tu ser. Tantas son las ganas de creer, que ya no sabes si es verdad o te inventas lo que recibes. Vas edificando una historia paralela con la vana esperanza de que un día se convierta en una sola historia. Y el tiempo va pasando y dejando huellas que un día descubres por casualidad, o mejor dicho, porque ese día decides por fin mirarte en el espejo. 
No descubres huellas en el rostro, porque a ese espejo te miras siempre y las vas viendo evolucionar cada mañana; pero un día, como digo, miras más allá y sólo ves quimeras empañadas por el vaho del auto engaño.
Entonces reparo en la realidad que me mira fijamente obligándome a su vez a mirarla. Es mi imagen que me muestra los trescientos años vividos, junto a un reloj parado. Poco a poco el vaho va desapareciendo y las quimeras se diluyen con él. Sólo queda la verdad insultante que me abofetea la cara y me abre los ojos. 


En uno de los laterales del espejo está mi madurez que me ha hecho selectiva. Que me muestra las ventajas de no tener que aguantar a quien no quiero ni decir lo que no siento. La sabiduría suficiente y el recelo que la experiencia me ha otorgado a partes iguales para saber leer entre líneas, para no quedarme en la superficie y no creerme a pies juntillas lo que los demás me muestran; para saber colocarme siempre con la espalda protegida y a tener una habilidad o psicología de calle si lo prefieren, para detectar al enemigo propio o de las personas que quiero en muy poco tiempo. Todo eso me ha servido para sobrevivir en la jungla (como diría un amigo mío). El espejo me recuerda que todo eso lo he aprendido viviendo, no en los libros;  también me muestra sus ventajas: hay personas que leen mucho, pero en realidad aprenden poco, pues siempre buscan las obras de autores que de alguna manera les va a ratificar sus propios pensamientos y su forma de ver la vida. Los convierten en su biblia y más que aprender, se intoxican con ellos. Muy pocos son los que buscan libros que sean antagónicos a las ideas que ellos tienen, cuando la mejor forma de aprender y decidir el camino a seguir es conociendo las dos caras de la moneda. Pero sus miedos y su ego despistado, buscan siempre que hasta los libros les den la razón.
La vida sin embargo, no te da a elegir; tienes que leer lo que te va escribiendo cada día, te guste o no. Y se aprende... Ya lo creo que se aprende.

El otro lateral del espejo me muestra las ilusiones, la lucha actual, los planes... Las ventajas de sentirme joven, de identificarme con las ideas nuevas de gente nueva, que no ha quemado aún su vida. Pero también me enseña lo que hace que el reflejo se distorsione. Veo a chicas casi adolescentes con múltiples personalidades y un claro desequilibrio emocional y mental, que juegan a ser rebeldes y guerrilleras decapitando a sus muñecas, mientras escriben frases de amor y desamor... Veo a chicos cuyo sentido de la evasión es el alcohol y el sexo barato con tipas que después les desprecian, y viceversa... Veo a niñatos pretendiendo cambiar el mundo a base de hostias, desde el sofá de la casa de sus padres sin levantar la vista del ipod ... Y claro, el reflejo del otro lado se hace más patente, pues me chirría todo esto. Comprendo entonces, que hay cosas que es difícil juntar y empresas imposibles de conseguir. Cada edad tiene sus demonios y sus pajas mentales. A los veinte está (casi) todo permitido, pues existe la esperanza de que poco a poco se madure. Lo importante es procurar no llegar a los treinta viviendo y pensando de la misma forma, sin evolucionar y echando la culpa de los sinsabores que eso conlleva, al mundo, al sistema y a la puta vida. De nada sirve luchar como adulto por un objetivo, si después la actitud y las soluciones que se buscan en los momentos de desencanto y apatía, son inmaduras y destructivas.


 Sé que en realidad no se termina nunca de madurar, afortunadamente. Siempre tiene que haber cosas que te sorprendan y cometer errores que te hagan reflexionar, pero desde una perspectiva real.
Por mi parte, la lección que el espejo me ha dado, es que la única persona a la que aún puedo moldear es a mi misma. Que no se puede llevar la paz desde un mar en calma a quien la busca desde la tormenta. Que las palabras resultan baldías en oídos cerrados. Que no puedo abrir los ojos a quien está convencido de que los tiene abiertos mientras se topa con las paredes. A no avergonzarme de mis sentimientos, pero con el propósito de no canalizarlos hacia el lado del dolor. Que tengo  que ser consciente del sitio que me corresponde. A no escatimar los "te quiero" sinceros y a recibirlos, aunque tengan distintas acepciones...Y sobre todo, a dejar de hacer más vías paralelas. Con un carril basta para quien quiera tomar mi mismo tren.


EL ÚLTIMO GRITO...

EL ÚLTIMO GRITO
 
Me he despertado a las tres de la mañana. Como la mayoría de las noches no podía dormir. Hacía frío. Preparé café y me senté frente al ordenador, mientras escuchaba a John Coltrane. Sentía que algo me oprimía el pecho; necesitaba hablar, o más bien gritar. Había muchas cosas que necesitaba sacar de ese rincón destinado a la intimidad, pero eran cosas que no podías regalar a cualquiera, y esta noche no necesitaba hablar con ÉL, sino de ÉL.
De pronto me vino a la mente mi querido amigo Andi. Hacía algún tiempo que no sabía de él, salvo por algún saludo que nos cruzamos de vez en cuando. 
Aprovechando la diferencia horaria, le escribí.

Andi y yo nos "conocemos" desde hace mucho tiempo; siempre ha habido buena sintonía entre los dos, pues de alguna manera estábamos llevando una vida similar, y teníamos sentimientos parecidos hacia otras personas. 
Mi amigo, con treinta años y después de una profunda oscuridad desde hacía seis, también había encontrado su luz, que le ayudaba a llevar su "carga" y le había devuelto la sonrisa. A su vida ya de por sí dura, se le sumó una piedra más; una piedra en forma de bicho que le estaba comiendo por dentro. Aún así, nunca perdió el ánimo y las ganas de luchar. 

Me llamó en seguida y después de mostrarme su alegría al saber de mi, nos pusimos a hablar. Bueno, la verdad es que yo hablaba más; entendió que necesitaba desahogarme y cuando lo hice, cuando por fin pude sacar todo aquello que me ahogaba por dentro, sus palabras amables de complicidad y entendimiento, me relajaron... 
Continuamos hablando, esta vez le tocó el turno a él de contarme sus cosas, llenas de anécdotas que me hacían sonreír. 
Estuvimos largo rato así, y sólo casi al final de la conversación, pues no quiso estropear mi momento, me confesó lo que me temía desde hace tiempo, pero que no quería ver. Su vida se apagaba, el maldito bicho estaba ganando la partida a un hombre bueno y lleno de vitalidad. 

Por unos segundos no supe que decir, y él aprovechó para darme ánimos... Él a mi... Y me rogó que hiciese ver que no pasaba nada, que a él le funcionaba.
A duras penas hice lo que me pedía y seguimos charlando como si nada... 
Le pedí permiso para escribir este post y me contestó "vale, se lo enseñaré a mis nietos el día de mañana".
Terminamos la conversación con un "hasta pronto". 

 Esta entrada, no lleva foto que la ilustre, porque la única apropiada sería la de su alma y es demasiado grande para que quepa aquí. 

Andi... Tal vez esta madrugada, haya sido la última que me haya permitido el lujo de desahogarme contigo, y tal vez para ti, sea el último grito que me oigas, pero tío, desde que te conozco, me has demostrado ser de puta madre y eso no abunda, créeme. 

Nos vemos, amigo.
Te avisaré cuando llegue al infierno.






OTRA PERSPECTIVA



Hace unos días fue mi cumpleaños.
Siempre me ha parecido un engaño del calendario. La edad, a pesar de lo que diga la partida de nacimiento, es una cuestión de pensamiento y actitud ante la vida. Conozco personas muy jóvenes que se comportan como viejos decrépitos y personas que están en lo que llamamos "la tercera edad", llenos de entusiasmo y optimismo; pero a pesar de todo, no dejo de sentir cierta melancolía cuando llega esta fecha, y vuelvo a sentir que mi edad biológica no tiene nada en común con mi edad psicológica y emocional.

 No me identifico con mis coetáneos. Salvo raras excepciones, los veo carcas y con una actitud conformista, como si ya hubiesen llegado a la meta que desde niños se marcaron o lo hicieron sus familias. Han cumplido con lo que se esperaba de ellos en la sociedad. Yo no. Y a pesar de eso, y a pesar también de tener mi propia jaula, me siento libre. No he conseguido muchas de las metas que me propuse, pero tampoco he entrado por el aro de las que me propusieron los demás. Eso, de alguna forma, es un aliciente a tener en cuenta en los momentos de "bajón". Cuando veo a tanta gente haciendo cosas que no quiere hacer y viviendo una vida radicalmente opuesta a la que habían soñado, atados a yugos impuestos, no puedo por menos de sentir un aire de libertad e independencia. 

 Yo también estoy en una jaula, no digo que no, pero  mi jaula la he fabricado yo, y he entrado voluntariamente en ella. Puedo salir cuando quiera y hasta en los momentos en que la puerta de la jaula se cierra, miro mis manos, y ahí veo la llave para abrirla si quiero. Esa es la ventaja, pues hasta los que "gozan" de una de oro, no tienen lo más preciado: la llave.


Cuando el calendario me recuerda que he cumplido un año más, tengo que ser honesta y reconocer que una especie de melancólica rebeldía se apodera de mi durante unos instantes. Cómo decía cuando abrí este blog, me invade una extraña sensación...  
" (...) La de no pertenecer a ningún lado. Para los jóvenes soy demasiado mayor. Para los viejos demasiado joven. Para los liberales moralista. Para los conservadores libertina. Para los pragmáticos cursi. Para los románticos fría..." 
Pero pronto se me pasa esa sensación y empiezo a valorar las ventajas de esa edad que dice mi D.N.I. que tengo. 
Tengo la edad suficiente para decir lo que pienso sin temor a regaños... La suficiente para infundir respeto y credibilidad, y a la vez la suficiente para ver en las miradas de los hombres que aún provoco deseo. La edad suficiente para seleccionar a las personas con quien quiero compartir y desechar a las que nada me aportan o me aburren. La edad suficiente para tener miles de recuerdos y vivencias, mientras sigo teniendo ilusiones y sueños. La suficiente para no permitir que nadie pase las páginas del libro de mi vida, y a la vez, permitir que alguien pueda seguir escribiendo en ellas. La de poder hablar del pasado y planear un futuro. La de mirarme al espejo sin engaños. La de decir lo que pienso aún a riesgo de ser malinterpretada. La de no permitir en mi vida a quien no me valora lo suficiente. La de aprender a empatizar sin dejarme engañar por espejismos. La de poder llamar estúpido a quien me parece que lo es mirándole a los ojos, y de la misma forma, expresar mi admiración a quien la merece. La de bajar a los infiernos, pero sólo de visita, sin tener que ir después buscando cielos... La edad suficiente, en definitiva para VIVIR en mayúsculas y para poder permitirme el lujo de vegetar, si lo deseo.

Aunque ahora que lo pienso... Casi todo esto lo he hecho siempre. 


Así que, aunque puede que ahora la mire desde otra perspectiva, 
tengo la misma edad desde hace mucho tiempo.
Y creo, que es una edad magnífica.
Y hoy es un día importante, porque es un día más.
Una página más que pasar, y otra en blanco que queda por escribir.





CONFIESO QUE ALGUNA VEZ....



Confieso que alguna vez he probado suerte sin nada en los bolsillos,
y sin conocer las reglas del juego, he jugado de farol.

Confieso que alguna vez, he sacado pecho
pero con gafas oscuras para que no se viese en mis ojos el miedo.

Confieso que una vez, planifiqué una vida que se fue a la mierda en el 2º acto.
He sido aprendiz de todo lo bueno sin ser maestra de nada,
y alumna aventajada de lo malo.


Confieso que más de una vez, he medido los pasos en metros y no en consecuencias.

Que he matado a gente que después han sido los que han recogido mis pedazos.

Confieso que alguna vez, he alimentado fieras
con lo mejor de mi misma,
a la vez que entregaba mierda a los mansos.

Y alguna vez supliqué un tiro de gracia,
con la pistola en mi mano,
después de caminar descalza por arenas movedizas.

Confieso que he fingido creer mentiras, por intentar vanamente calmar mi necesidad de verdades.

Y alguna vez he rogado no marchar, con lágrimas en los ojos siguiendo el guión,
mientras preparaba el equipaje.

Confieso que alguna vez, he degustado el veneno con guarnición de melaza,
y he tatuado mi piel con caricias inventadas.

Que he añadido leña al fuego, en incendios que yo misma provocaba.

Confieso que he fingido conformismo, mientras mis dientes sujetaban la navaja.
Y que he puesto en venta mi alma en las puertas del infierno, por salvar mi piel.

Confieso que alguna vez, he subastado mis alas para así comprar mi jaula.
Que he despreciado lágrimas ajenas, y he llorado a solas.

Confieso que a veces necesito vomitar lo que me quema por dentro,
y escupo letras con un lápiz, en un papel arrugado.





FIDELIDAD... O LEALTAD ?


 FIDELIDAD... O LEALTAD?

 "La fidelidad de muchos hombres, se basa en la pereza; 
 la fidelidad de muchas mujeres, en la costumbre." (VÍCTOR HUGO)


 Durante una interesante conversación con algunos amigos de una red social sobre la infidelidad, me llamó poderosamente la atención, que personas aparentemente abiertas a la sexualidad, y hasta procaces a la hora de "piropear" los atributos de alguien, cuando se les aprieta dialécticamente un poco las tuercas y se dan por aludidas, muestran su lado más conservador y costumbrista. 
No me sorprende porque lo sean, sino porque ponen de manifiesto algo muy común entre los mortales: todo está bien, y soy tolerante y moderno, mientras no me pase a mi... 
Esa conversación me ha llevado a algunas reflexiones, que me apetece exponer.

La palabra "infidelidad", se utiliza casi siempre como dedo acusador, pero muy poca gente admite serlo ni que lo sean con ellos, aunque en realidad, es una práctica bastante extendida; lo consideran un estigma, o hacer público un fracaso personal.
Por poner un ejemplo de infidelidad "momentánea", os diré, dejando a un lado la cuestión moral y de otro tipo, que la prostitución es uno de los negocios que más dinero genera por encima del tráfico de drogas, y que más del 70% de los usuarios de estos "servicios", son hombres casados o con pareja estable. Dato a tener en cuenta ¿no?    
Pero hay muchas formas de ser infiel.

No es lo mismo tener una aventura motivada por algo puramente físico en un momento puntual, que tener una relación paralela con otra persona. En el primer caso, no entran en juego los sentimientos, tan sólo una reacción hormonal y una respuesta a la libido. En el segundo, para mi, el engaño existe si no se es honesto con ambas personas y con uno mismo. Nadie elige de quien se enamora, pero sí por quien decantarse llegado el momento. 
Hay que ser leal a esa persona que comparte tu vida. Y se es leal, siendo sincero. Se es leal, intentando minimizar el daño, evitando que sean otros los que se lo digan. Y se es leal, rompiendo con esa situación de falsa armonía.  Ocultar los sentimientos o la falta de ellos, es para mi el mayor engaño. Una cosa es intentar ser feliz, y otra, llevar una doble vida haciendo ver que no pasa nada. Como dije antes, hay muchas formas de ser infiel, y otra de ellas es la del pensamiento. Es difícil de detectar, pero la persona que hace el amor con su pareja, mientras piensa en otra, no sólo le está siendo infiel a ella, también se lo hace a la persona en la que piensa, y así mismo.



Que quede claro que no quiero hacer apología de la infidelidad, pero creo que en la mayoría de los casos, cuando una persona se siente engañada por su pareja, hay más dolor en el orgullo que en corazón; quizá por ese sentido que tenemos de la propiedad. Cuando decides compartir tu vida con alguien, eso no se convierte en una adquisición de algo exclusivo. Las inquietudes, la mentalidad y los sentimientos siguen siendo individuales. Tendemos con mucha facilidad a idealizar la relación, y a considerarla como un objetivo cumplido, más que a luchar por ella. 
Si nuestra pareja nos es infiel, antes de buscar culpas ajenas, quizá haya que buscarlas dentro de nosotros mismos, de igual manera que si es al revés, debamos preguntarnos que motivación nos ha llevado a estar con alguien que no es nuestra pareja. 
La monotonía, la falta de comunicación, y a veces, convertir el sexo en algo mecánico y sin magia, es lo que realmente rompe una relación, y no la persona que se cruza en tu camino, y te ofrece llenar todas esas carencias. 
Pienso, que para la cama, mejor o peor, vale cualquiera; pero no para una charla de salón, o para desnudar el alma, compartiendo miedos e inquietudes. Que un polvo nunca desbarata una relación, si la base de ella es la lealtad, la complicidad, la comprensión, la empatía, y el respeto mutuo como seres individuales, de pensamientos libres. 


Sinceramente, yo nunca me preocuparía por si mi pareja un día se acuesta con alguien, por una atracción meramente física, pero sí lo haría si cada día toma café con alguien y conversan... De eso, si se puede crear algo importante, y que si irremediablemente desemboca en una cama, no se quedará en un simple polvo.


Y por último, creo que si la motivación para vivir en pareja fuese sólo el amor y no otro tipo de intereses, como los hijos, el miedo a la soledad, las rebajas fiscales, la hipoteca, la costumbre, los cánones establecidos por la sociedad... etc., un porcentaje muy alto de los que ahora lo hacen, vivirían solos.



 

AFORTUNADOS

Afortunados los que saben irse
recogiendo sus escombros,
dibujando excusas
y negando apoyos.

Afortunados los que rechazan el nectar
de la cordura,
y prefieren el veneno almibarado
que emborrache su locura.

Afortunados los de cabeza fría
y alma tibia.
Los egoístas del dolor
y asesinos de alegrías.

Afortunados los que viven
de halagos y felicitaciones,
con una venda en los ojos.
Sin distinguir burlas de adulaciones.

Afortunados los que cambian sueños limpios
por tóxicas realidades,
porque les basta cualquiera
para llenar soledades.

 Afortunados los que se engañan
sintiendo la cercanía
de los que están a su lado...
Mientras no hay planes mejores.


Afortunados los ególatras
que amurallan su mundo
de soledad y aislamiento,
y rechazan empatías.

Afortunados los indolentes,
los necios y los mezquinos.
Los que no sufren por nada;
los que ríen sin sentido.

Afortunados los que creen
en su infinita ignorancia,
que huyendo de los demás,
se encontrarán a sí mismos.



Afortunados... O quizá no.
Pues pienso mientras escribo,
que al no ser como ellos
la afortunada soy yo.

OLGA 14/04/2015







LO QUE ME GUSTA... Y LO QUE NO




ME GUSTA... Lo original aunque no sea del todo bueno.
NO ME GUSTAN... Las copias, aunque superen al original.
ME GUSTA... La gente buena, aunque no tenga cultura.
NO ME GUSTA... La gente imbécil que va de culta.
ME GUSTAN... Los juegos eróticos en el sexo.
NO ME GUSTA... El sexo sin erotismo.
ME GUSTAN... Las personas sensibles que no les importa admitir que lo son.
NO ME GUSTAN... Los que van de duros, para ocultar su sensibilidad.
ME GUSTAN... Los rebeldes con causa.
NO ME GUSTAN... Los que por cualquier causa se rebelan.
ME GUSTA... Que los productos que compro, estén bien etiquetados.
NO ME GUSTA... La gente que se vende, poniéndose etiquetas.
ME GUSTA... Escuchar blues mientras tomo un largo baño.
NO ME GUSTA... Cantar mientras tomo una ducha rápida.
ME GUSTAN... Los que hablan mirando a los ojos.
NO ME GUSTAN... Los que bajan la mirada, sin decir palabra.
ME GUSTA... El chocolate después del sexo.
NO ME GUSTA... El chocolate como sustituto del sexo.
ME GUSTAN... Los hombres que conservan algo de niños.
NO ME GUSTAN... Los niños que juegan a ser hombres.
ME GUSTA... La gente que dice lo que piensa, con buenas palabras.
NO ME GUSTAN... Los que llaman sinceridad a la grosería.
ME GUSTA... Escribir pensamientos.
NO ME GUSTAN... Los que escriben sin pensar.
ME GUSTAN... Los que atesoran conocimientos (sabios).
NO ME GUSTAN... Los que coleccionan títulos (necios).
ME GUSTAN... Los comentarios espontáneos.
NO ME GUSTAN... Las respuestas ensayadas.
ME GUSTA... La gente de libre pensamiento.
NO ME GUSTAN... Los que van recogiendo ecos.
ME GUSTA... Verlas venir.
NO ME GUSTA... Que me ataquen por la espalda.
ME GUSTA...Jugar a hacerme la tonta.
NO ME GUSTA... Que crean que lo soy.

ME GUSTAN... Las mentiras con ingenio.
NO ME GUSTAN... Las verdades con disfraz.
ME GUSTA... Sentir placer leyendo un libro.
NO ME GUSTAN... Los que sienten más placer enumerando los que leen.
ME GUSTA... La gente con ética, aunque sea amoral.
NO ME GUSTA... La gente con doble moral, pero sin ética.
ME GUSTAN... Los que se rebelan y luchan construyendo.
NO ME GUSTAN... Los que sólo se quejan, y destruyen.
ME GUSTAN... Los que respetan a los demás.
NO ME GUSTAN... Los que no se respetan a sí mismos.
ME GUSTAN... Los que caminan recto.
NO ME GUSTAN... Los que vuelan en círculos.
ME GUSTAN... Los que razonan.
NO ME GUSTAN... Los que divagan.
ME GUSTA... Nadar contra corriente.
NO ME GUSTA... Flotar en aguas mansas.
ME GUSTAN... Los susurros al oído.
NO ME GUSTAN... Los gritos, en ninguna ocasión.
ME GUSTAN... Los que son más grandes que su ego.
NO ME GUSTAN... Las personas cuyo ego es lo primero que se ve.

ME GUSTA... Como soy, a veces.
NO ME GUSTA... Como soy, a veces.

REFLEXIONES DESVELADAS



     

    No puedo dormir, y siento que necesito contar lo que pasa en este momento por mi mente. No sé si lograré plasmarlo de forma coherente, pero sí, de la forma más sincera. 
Y aquí estoy, frente al teclado, con una taza de café, y mi gata en las rodillas, a la que agradezco el calor que me transmite su cuerpo. Hace frío, y mis dedos apenas sienten el contacto de las teclas, pero cuando los pensamientos se acumulan en mi mente, la única forma de ordenarlos, es a través de la escritura.




Desde la distancia que nos separa a todos, y a las circunstancias de cada uno, he empezado a comprender, la necesidad de evadirnos, aunque sea por un momento, de la realidad latente; y he empezado a ver los beneficios que aporta el que intentemos poner un poco de magia a nuestra vida. 
Quizá algunos necesiten de grandes celebraciones, o escapadas a otros lugares para encontrar esa magia. En mi caso, es mucho más sencillo, pero el resultado es el mismo: sentir que algo bueno actúa de bálsamo sobre las heridas emocionales que todos tenemos, haciéndolas más llevaderas. 

Hace unos años, y por esos caprichos crueles que tiene la vida, tuve que olvidarme de planes, sueños y hasta de costumbres. Lo hice con gusto, no porque la decisión de hacerlo me hiciese sentir bien, sino por conciencia. Demasiadas veces había huido de responsabilidades... Demasiadas veces no había estado a la altura de las personas que más me querían, por haber pensado sólo en mi. Había llegado el momento de que mi alma se liberase un poco de esa culpa que habitaba en ella. 
Me propuse volcarme enteramente a la empresa dura y dolorosa que tenía por delante. La responsabilidad era enorme, pero no podía fallar. Nunca he sido de demostraciones cariñosas, pero pensé, que era una muestra de amor, y que así lo entenderían las personas que me querían, aunque jamás esperé agradecimiento ni ayuda por parte de nadie.
Me encerré en una burbuja y basé toda mi existencia en cumplir con lo que me había propuesto, pero sin salir de ella.



Creí que con mis recursos, y con mi buena voluntad bastarían, pero poco a poco, el aire dentro de esa burbuja, se iba viciando,  haciéndolo irrespirable.
Un día comprendí, que negándome a pedir ayuda, y no aceptando el apoyo de los demás, no sólo estaba minando mi vida, sino que si yo caía, el tesoro que tenía a mi cuidado, se perdería. 
Comprendí, que tenía que dejar de lado mi prepotencia, y de verlo todo como una prueba de que podía ser responsable y buena, y empecé a verlo con amor... Y empecé a ver a ese tesoro con el alma. Quizá siempre lo había visto así, pero mi ego, y mi afán de redimirme, habían cegado esa parte sentimental, que realmente, fue el motor para que yo decidiese cuidarlo. 
Entonces, pinché la burbuja, y dejé que el amor y el apoyo de mi misma sangre entrara. 
Empecé a respirar mejor... Más serena.

Pero aún seguía hermética en la burbuja para los demás, y negándome a sentir ilusiones. Negándome a soñar. Negándome a vivir fuera de ella. 
Un día, una persona entró en mi vida, de una forma casual. Poco a poco, sus palabras y su cercanía, hicieron que le abriese mi corazón. Consiguió que rompiese la burbuja.
Me hizo ver, que yo tenía una vida, y que por encima de todo, tenía que alimentarla. Que tenía que tener sueños e ilusiones... Que buscase dentro de mi, lo que antes me había reconfortado, y volviese a experimentarlo.
Siempre le estaré agradecida, y espero disfrutar de su amistad y su cercanía, siempre.

Desde muy pequeña, me había gustado escribir. Mi carácter solitario y mi recelo a contar a nadie mis cuitas y problemas, no me proporcionó muchos amigos, pero necesitaba cada noche gritar lo que sentía, y lo hacía a través de las letras, llenando cuadernos, que nunca más leí, pero que en ellos, vaciaba mi alma. 
Volví a retomar esa costumbre, pero esta vez, compartiéndolo con todos vosotros que me leéis.
Descubrí, que ese era mi bálsamo... Mostrar mis pensamientos, y contar historias inventadas, es lo que me reconforta.

Me alegro de haber roto la burbuja.
Mi vida sigue siendo dura, y me pone cada día nuevas trampas, que voy salvando, ayudada por esas personas que tengo conmigo.
Me siento arropada por el cariño y el apoyo mis hermanos, a los que adoro.
No me da vergüenza pedir ayuda, si la necesito, y he aprendido a valorarla.
Intento ver lo positivo de lo que la vida va poniendo ante mis ojos.
Soy feliz contando con la amistad de quien me abrió los ojos, y me hizo cambiar de actitud.
Y sobre todo, cuido a mi tesoro, cada día con más paciencia, con más entrega.... Y con más amor.

Por eso, y volviendo al principio, ahora comprendo que todo el mundo intente buscar su bálsamo, en la forma que crea conveniente. Que intente buscar una evasión, aunque sea efímera, para sobrellevar cada uno su carga.
Y que si la vida no tiene magia, hay que inventarla. 
 


Son las siete de la mañana... 
El frío es intenso, pero me siento bien.
Con la mente más ligera... Y el alma descansada.

Tomaré otro café... Mientras veo amanecer.