EL TIEMPO ME ENSEÑÓ




El tiempo me enseñó:
que no necesito mucha tinta
para ser víctima de lo que escribo.

Que la sobriedad
no me sirve para nada
cuando ya no hay marcha atrás.


Que la duda no es muerte
sino tortura,
y el miedo pone cara de dignidad.



Que las suposiciones
son mitad esperanza
y las casualidades deseos cumplidos.

El tiempo me enseño,
que también ata la libertad...
APRENDÍ...


En un largo recorrido de algodón y fango,
aprendí que quien regresa al lugar del desastre
tiene que ir con la certeza,
de no tener el corazón aplastado.
Que la vida te ofrece muchas formas de acabar
sabiendo que sólo existe un final.

Aprendí, que sólo un necio 
lo intenta cien veces del mismo modo,
y cuando se hacen las cosas mal
la vida te cobra sin demora y al contado.
Que no hay que olvidarse del presente,
por pensar en un futuro que quizá nunca llegue
y que una victoria sin obstáculos,
no es una victoria, tan sólo es suerte.

Aprendí, a no fiarme de promesas sin garantía,
de halagos no requeridos, de sonrisas congeladas,
de críticos sin espejo ni palmadas en la espalda.
A preferir estar sola que en compañías de ida y vuelta,
pues no hay mayor soledad que la de los mediocres
que no afrontan sus miserias.

Aprendí, que no es posible abrir los ojos
para ver traiciones y amores de mentira,
sin querer arrancar la venda que los tapa.
A leer los márgenes de páginas vacías,
con más historias que en textos explícitos.
A poner entre comillas mis anhelos,
entre paréntesis algunos sentimientos,
y a dejar mi alma en puntos suspensivos...


Aprendí, que a pesar del recorrido
por caminos de luces y tinieblas,
de unas veces polvo y otras piedras,
que han endurecido mi piel
y madurado mi mente,
hay heridas que siguen abiertas.
Así que, en este punto de mi vida,
he llegado a la conclusión
que de poco sirve lo aprendido...
Hay que seguir alerta.-

EL FEMINISMO COMO EXCUSA

EL FEMINISMO COMO EXCUSA

"La violencia es el último refugio
del incompetente."
(Isaac Asimov)

   No por repetidas, dejan de causarme cierta vergüenza y estupor las reacciones de algunas mujeres, que hacen que sienta, que vamos dando pasos hacia atrás, potenciando así muchos pensamientos y actos machistas y retrógrados y lo que es peor, actuando igual o peor que lo que supuestamente condenan.

En mi mente aparecen las historias reflejadas en libros y periódicos de la época, de un grupo de valientes mujeres, allá en el siglo XIX, que lucharon para dejar de ser ciudadanas de segunda, exponiendo en más de una ocasión sus vidas, y aguantando insultos, e incluso que se pusiese en duda su feminidad, hasta por parte de otras mujeres demasiado aferradas a una educación ancestral, mamada desde la cuna, que las convencía de que su deber era estar a las órdenes y caprichos del hombre, convirtiéndose así en mujeres inseguras y dependientes. 

Las sufragistas abrieron un camino hacia la libertad y la igualdad, rompiendo así ataduras tiranas, cambiando leyes y mentalidades, haciendo que poco a poco, perdiésemos el miedo a expresar nuestros pensamientos y a reclamar nuestros derechos. Gracias a ellas, gozamos de un puesto en la sociedad como personas libres, y con todo el derecho y capacidad de tomar nuestras propias decisiones. Y cuando alguna ley torticera y machista quiere poner en peligro ese derecho, luchamos con uñas y dientes para que esa ley no prospere...

Pero, que pensarían esas sufragistas, si viesen que en el siglo XXI, grupos de mujeres resentidas, llaman feminismo a la más retorcida venganza e incitan a otras mujeres a odiar a los hombres, haciendo apología de la violencia hacia ellos. Estas mujeres, no buscan justicia e igualdad, no buscan cambiar leyes ni luchan para que no se nos considere inferiores ante la ley y la sociedad; se manifiestan en contra del machismo y de la violencia de género, pero actuando de la misma forma que critican. Canalizan sus frustraciones, escupiendo odio hacia los hombres, por el sólo hecho de ser hombres, infectando las redes sociales con páginas de más que dudosa moralidad.

No apoyan a las mujeres que sufren o han sufrido abusos y vejaciones de sus parejas, luchando por cambiar las leyes y la mentalidad machista, sino que las incitan al ojo por ojo... No intentan que los maltratadores paguen, sino que demonizan y meten en el mismo saco a todos los hombres. Se aprovechan de la fragilidad mental de algunas de esas mujeres que han sido víctimas de esos cafres, para envolverlas con su resentimiento... Señoras, eso no es feminismo, es asquerosa misandria.
Por otro lado, también me gustaría saber que pensarían esas valientes mujeres del siglo XIX que lucharon y se prepararon para demostrar que con inteligencia y buen hacer, se podían conseguir cosas importantes y derechos fundamentales, dejando atrás su condición de hembras, si viesen que la nueva forma de protesta de unas cuantas mujeres, ante lo que ellas consideran injusto o excluyente, es recurrir a sus atributos más íntimamente femeninos, con los que consiguen llamar la atención, pero que, la verdad sea dicha, se ven mucho más sus tetas que sus logros. 
Y yo, como mujer me pregunto... 
¿De verdad queremos que cualquiera de los dos ejemplos sea el camino a seguir para que las generaciones venideras nos tomen como modelo? 
Por mi parte, NO.
  

MADURAR

MADURAR


Madurar es no confundir
sueños con delirios,
ni necesitar a nadie
como parche intoxicado,
perfumado de incienso.

Madurar no es intentar
mantener el equilibrio
agarrando clavos ardiendo,
sino caminar con la vista al frente
y desempañando espejos.

Madurar es atreverse
a mirar de frente a la realidad;
que adular no es admirar,
que mentir no es convencer,
que congeniar no es amar.

Madurar es entender,
que no habrá logros sin luchar.
Que el no confiar o el confiar demasiado,
son armas de doble filo,
que hay que saber usar.


Madurar es distinguir
la elegancia innata del burdo disfraz,
el diamante del vidrio,
el oro del oropel,
lo auténtico de lo ficticio.

Madurar es darte cuenta
que el sentir y la esperanza
son las virutas que caen al suelo,
mientras buscamos,la supuesta
suavidad de lo correcto.

Madurar es no subestimar
a los que siempre perdonan.
Madurar es tener claro,
que los favores no se tasan,
pero las ofensas se pagan.





Y que la verdad,
es como una boya en el mar
que siempre sale a flote,
aunque la intentes hundir...
Todo esto es madurar.


YA SÓLO ME INTERESA...

YA SÓLO ME INTERESA...


 Vamos acumulando ceniza,
de entusiasmos apagados.
Con ella, creamos esa ilusión
que llamamos experiencia,
y que sólo nos sirve en ocasiones,
para disimular tanta nostalgia de la vida.


Luego, un día llega el viento
y borrándonos, nos dispersa....
Por eso, ya hay muy pocas cosas
que realmente me interesan.

Ya sólo me interesan
los amigos que suman,
las caricias que se dan porque sí,
los besos que restan penas
y el amor sin descuentos ni factura.

Ya sólo me interesan
las canciones que barren nubes,
los poemas que transportan,
quienes salen a luchar sin escudo
y apuestan todo a una sola carta.


Ya sólo me interesan
la lluvia que no traspasa la piel
y los abrazos que estrangulan el miedo,
los amaneceres con mi gata 
y la verdad a tiempo completo.

Ya sólo me interesan
las manos tendidas y el ahora en vida,
Sólo me interesan
los silencios por estar viviendo
y los presentes que cierran heridas.

PLACEBOS

PLACEBOS

Vas andando los caminos
en busca de flores
aunque estén marchitas,
escondiendo en los bolsillos
las piedras de tropezar
y agarrándote a clavos ardiendo.

Al final comprendes,
que la vida no es más
que una guerra sin aliados.
Una lucha solitaria
utilizando placebos,
con la engañosa esperanza
de que puedan paliar
el dolor de cada batalla.

Pero el dolor continua... 

Y un día te das cuenta,
que no lo calman la lágrimas vertidas
sombre hombros y almohadas.
 

Que el mejor antídoto 
contra el dolor,
es una mente libre

de realidades maquilladas
y sueños de artificio...


Una mente fría y clara.

ELUCUBRACIONES SOBRE MI PERSONA

ELUCUBRACIONES SOBRE MI PERSONA

Tengo en la cabeza una madeja de confusiones, cada una tirando para su propio sitio.
Tengo el corazón repartido en tantos lugares, una serie distinta de emociones,
ocupaciones y deberes me llaman hacia distintos lados…

Sin embargo, debo reconcentrarme.
No estar, por el momento, más que en mi misma, 

por despreciablemente egoísta que esto pueda parecer. 
Debo creer nuevamente en mi, pero desde ese espacio de silencio y calma.

Tiendo a conferirle todavía demasiada importancia al juicio y acción de los demás sobre mi persona, 
y ésto pasa cuando dejo de ejercer a su vez mi acción, mi presencia con su dinamismo, su hacer.
A la vez que tiendo a ésto, muchas veces incluso desesperadamente, vuelvo a quedar radicalmente sola y nuevamente me veo en la necesidad de estar aquí, conmigo. 


Para suerte mía, y para desgracia también en tantos momentos, soy desconfiada a un punto tal, 
que me aísla; y a pesar de este aislamiento, mantiene mi atención concentrada en el devenir angustiando de un mundo amenazante, cuyas voces plagadas de enigmas, buscan mi locura, mi sugestión…

Al final, sé que todas estas elucubraciones sobre mi persona no harán que cambie, pero sirven para depurar mi mente... De momento




"Mi independencia que es mi fuerza, implica soledad, que es mi debilidad."

<P. PAOLO PASSOLINI>


CUANDO LA TRISTEZA CAMBIA DE NOMBRE

CUANDO LA TRISTEZA CAMBIA DE NOMBRE

Cuando la tristeza se alarga en el tiempo y pierde ese punto sereno que te da el pensar que pronto pasará, y se convierte en algo permanente y doloroso, cuando esa tristeza va acompañada de miedo e incertidumbre, cuando la causa no sólo es emocional y sientes dolor físico, ese dolor que te retuerce y aniquila tu energía, cuando además no puedes exteriorizarlo para evitar el dolor en los demás, cuando sólo hay puntas afiladas de cuchillos apuntando a tu cuerpo y te sientes atada frente a una tabla como la partenaire de un artista de circo, cuando quieres gritar desde la ventana pidiendo auxilio y nadie te oye, tal vez porque ahí fuera son muchos los que gritan, cuando sientes que las fuerzas te fallan para mantenerte erguida, cuando te duelen las comisuras de los labios de tanto mostrar una sonrisa fingida, o te asomas al espejo y en tus ojos sólo ves un tupido velo tejido por arañas y un rostro macilento...

Cuando todo eso ocurre, la tristeza se convierte en desesperación y sólo ves dos opciones viables para  vencerla y que ponen a prueba tu pragmatismo: dejarse llevar por el miedo y de la necesidad egoísta de escapar de todo, pensar en ti y hacer que tu vida si no feliz, sea al menos tranquila... Volar. O dejarse llevar por ese miedo de una forma más radical y cobarde: ver en el borde del precipicio la entrada vip para saltar al vacío mientras ejecutas tu último baile en solitario y sin aplausos, para después descansar por fin; dejar atrás el dolor que sólo está acompañado de más dolor... Huir.
Pero cuando esa desesperación enloquecida abre un paréntesis de cordura, te deja ver que hay otra opción, la de plantarle cara al miedo mirándole de frente, mostrándole que hay una forma de vencerle, la de la fuerza que da el pundonor, las promesas hechas, el sentido del deber y sobre todo el amor a la vida. La que te enseña que adaptarse a las circunstancias no es resignarse, la que te hace luchar pero con los pies en la tierra, a no creer en milagros pero sin perder la esperanza en la ciencia, a proteger a los que de ti dependen pero sin dejar de protegerte tú, a procurar que en tus labios aflore una sonrisa auténtica y no congelada a pesar del dolor. A intentar ver en el espejo un brillo en los ojos a través del velo, a trepar hasta salir del pozo tenebroso buscando un rayo de luz, aunque te fallen las piernas, a dejar de llorar lágrimas secas y de gritar hacia adentro.
 
Hay que elegir, sí. Entre caminos sin metas definidas y decantarse por uno. Hay que elegir entre esconder la cabeza debajo del ala, o dar la cara para sobrevivir con dignidad.
Pero hay que elegir ya. Se acaba el tiempo y hay que empezar a caminar por uno de ellos en la más absoluta soledad, pero eso sí, con tacones altos y medias de seda...

Difícil disyuntiva la que plantea la vida, cuando no contenta con sumar ausencias, también suma más pruebas para calibrar tu sensibilidad y tu fuerza.
Cuando hay que cambiarle el nombre a la tristeza, pues ante lo que sientes, se queda pequeño.

CANSADA

CANSADA

Cansada de viajar,
de efímeros instantes de calor,
de tomar caminos sin salida
de no acertar con el momento.


Cansada de soportar el peso
sobre unas alas empeñadas en volar y retenidas,
cansada de huir de espejos,
del sabor amargo de una realidad difícil de cambiar.


 Cansada de la falta de oxígeno,
del insomnio,
de la niebla cegándome el sendero,
de los casi,
de los cerca que son lejos,
de los tropiezos,
de las manos atadas,
de despertar de los sueños.

Cansada de las promesas barridas por el viento,
de las palabras sin acción,
de las acciones sin justificación,
del corazón ganando siempre al cerebro.

Cansada...
De estar cansada.