METAMORFOSIS




      No sabría decir cuando se produce el cambio... Cuando empiezas a ver todo con otra perspectiva. 
No sé porqué ocurre... Tal vez por las circunstancias, pero de pronto notas que has mudado la piel... Que has mudado el alma. 




   Cuando has pasado toda la vida huyendo de responsabilidades, anteponiendo tu propio yo a cualquier cosa que requiriese de esfuerzo y dedicación... Cuando has preferido inventar una felicidad basada en el individualismo, a costa de una soledad interior absoluta, llenando los vacíos con cosas superfluas, y con personas que aunque no aportasen nada realmente enriquecedor, tampoco suponían una carga emocional... Cuando has llevado una venda en los ojos para no querer ver que, más allá de tu nariz había gente que estaba sufriendo... para no ver una realidad que incomodaba.
Cuando has vivido de esa manera, llamas problema a subir de peso, a que una mancha arruine tu mejor vestido, a perder un avión, a que tu pareja no acceda a tus caprichos... 
Y de pronto, la vida te enseña su verdadera cara, y te deja claro que es ella la que manda, y que no podrás ya seguir inventándotela. Que tienes que poner los pies en la tierra, y dejar de mirarte el ombligo. 
Es entonces, cuando palpas problemas reales, cuando eres consciente de que tienes responsabilidades, que no puedes postergar por apatía o desdén. Que el dolor físico, incluido el propio, va más allá de una simple jaqueca. Que en tu balanza de prioridades pesa más la salud que la belleza.

Poco a poco, tu escala de valores cambia... Descubres que existen otras cosas más allá de tu propio ser, y que eres capaz de conmoverte, de ponerte en la piel de personas que lo pasan mal... De que con agrado y empatía te paras a escuchar los sinsabores de gente que antes ni siquiera sabías que existía... Y por primera vez, sientes que de alguna manera, eres útil.

Al mismo tiempo, aprendes a relativizar lo que no es verdaderamente importante, a no dedicar más tiempo que el estrictamente necesario a problemas triviales... Aprendes a canalizar tus sentimientos de una manera más global... Aprendes a no llamar amigos a los amiguetes... A cambiar placeres por bienestar... A valorar el sexo, amando desde los sentimientos, y no tanto desde los sentidos... 
En definitiva, aprendes a amar. 




Y entonces, cuando te das cuenta de que ese cambio se ha producido en ti, es cuando empiezas a respetarte a ti misma. 

Sientes, que merece la pena la metamorfosis del alma.