APRENDÍ...


En un largo recorrido de algodón y fango,
aprendí que quien regresa al lugar del desastre
tiene que ir con la certeza,
de no tener el corazón aplastado.
Que la vida te ofrece muchas formas de acabar
sabiendo que sólo existe un final.

Aprendí, que sólo un necio 
lo intenta cien veces del mismo modo,
y cuando se hacen las cosas mal
la vida te cobra sin demora y al contado.
Que no hay que olvidarse del presente,
por pensar en un futuro que quizá nunca llegue
y que una victoria sin obstáculos,
no es una victoria, tan sólo es suerte.

Aprendí, a no fiarme de promesas sin garantía,
de halagos no requeridos, de sonrisas congeladas,
de críticos sin espejo ni palmadas en la espalda.
A preferir estar sola que en compañías de ida y vuelta,
pues no hay mayor soledad que la de los mediocres
que no afrontan sus miserias.

Aprendí, que no es posible abrir los ojos
para ver traiciones y amores de mentira,
sin querer arrancar la venda que los tapa.
A leer los márgenes de páginas vacías,
con más historias que en textos explícitos.
A poner entre comillas mis anhelos,
entre paréntesis algunos sentimientos,
y a dejar mi alma en puntos suspensivos...


Aprendí, que a pesar del recorrido
por caminos de luces y tinieblas,
de unas veces polvo y otras piedras,
que han endurecido mi piel
y madurado mi mente,
hay heridas que siguen abiertas.
Así que, en este punto de mi vida,
he llegado a la conclusión
que de poco sirve lo aprendido...
Hay que seguir alerta.-