INVENTANDO VIDAS



        Es curioso como a través del comportamiento de las personas, se puede adivinar  su situación y su vida. Nuestros gestos, miradas y frases sueltas, sobre todo si no sabemos que nos están observando, dicen más de nosotros que una larga conversación. 

Una de las cosas que más me entretienen cuando voy sola, es sentarme en una terraza y observar a la gente que me rodea...Es un juego mental, que consiste en imaginarme como son sus vidas a través del comportamiento que veo en ellos.



Hace buena temperatura y la terraza está llena de gente tomando el aperitivo antes de comer. La mesa situada a mi derecha está ocupada por una pareja relativamente joven con un niño de unos seis años, que enseguida se levantó y empezó a revolotear entre todas las mesas gritando algo imposible de entender, ante la pasividad total de sus padres... Ella con la mirada perdida, come patatas fritas de una forma mecánica. Una tras otra, una tras otra.  Él juguetea con el móvil, mientras bebe pequeños sorbos de cerveza. Ninguno de los dos se mira. Ninguno de los dos habla.
Cuando habían pasado unos diez minutos, él se levanta, y dice sin dejar de mirar el móvil: _ ¿Nos vamos?  Y ella encogiéndose de hombros y llamando a gritos al niño (Sergio se llama la criatura) se levanta también.
Y les veo alejarse, ella delante con el niño de la mano, y él detrás, tropezando por no levantar los ojos del teléfono.
Me han parecido una pareja en la que el AMOR, con mayúsculas, hace tiempo que pasó a un segundo plano. Posiblemente, ya tengan lo que planificaron al casarse: una casa, un hijo, un apartamento en la playa. Y aunque ya no haya pasión en sus vidas, y se aburran, seguirán juntos para siempre, porque tienen algo que les mantendrá unidos toda la vida... LA HIPOTECA.

A poca distancia de mi, a la izquierda, se encuentran cuatro mujeres de edades comprendidas entre los cuarenta y cincuenta años. Vestidas de lo más barroco, comen gambas con tanta dedicación, que pareciese que estuviesen convencidas de que si no se dan prisa en acabar con ellas, alguien se las pudiese quitar. Y mientras comen, hablan...Si. Y las cuatro a la vez.
De pronto callan un momento, y pasan a darse codazos unas a otras, porque un atractivo chico, pasa junto a su mesa. Cuando el joven se aleja, comienzan a pronunciar frases soeces, a modo de halago hacia el chico, entrecortadas por enormes carcajadas que se convierten en el fondo musical de la terraza.
Y mientras ellas ríen, gritan y comen gambas, yo miro sus ojos, y los pequeños surcos que hay alrededor de ellos... Y veo tristeza y soledad. Posiblemente cuando se vayan de aquí, cada una se irá a su casa, y volverán a su realidad, mientras esperan el próximo encuentro con sus amigas.



Empieza a refrescar, y yo también me voy... Por hoy, el juego de inventar vidas ha terminado. Mientras camino, me pregunto si al igual que yo, habría alguien en esa terraza,  que se haya estado inventando la mía.