SE ABRE EL TELÓN



    Como cada día, una nueva representación está a punto de comenzar... Los actores repasan sus guiones, mientras dan un último toque a su maquillaje, para conseguir que su rostro y su expresión sean creíbles; que puedan convencer a ese público exigente que espera. 
La representación tiene por título "ESTE PAÍS".
Es una obra rica en personajes... : "El Villano", vestido con traje de marca, pero manchado de corrupción y falacias, restos de su última francachela, y que antes de salir a escena, intentó limpiar sin éxito. Con sonrisa helada pretende convencer a los que están bajo su control, que aunque les esté ahorcando, es un acto de último recurso; y que cuando termine de limpiar la mierda que su antecesor sembró, dejará de apretar el nudo... La interpretación, lejos de ser brillante, no convence, y el público patalea.. Pero El Villano hace un mutis, con apatía, y se limita a volver a su camerino y quitarse el maquillaje... Con sus amigos no le hace falta. 

Ahora aparece en el escenario "La Prensa". Lleva un traje precioso de transparencias, pero en cuanto lleva un rato en escena, se puede apreciar que está muy sucio, y con jirones.. (Se rumorea, que es El Villano es que le obliga a llevarlo así). Ha recitado su guión con voz alta, muy segura...Pero sobreactuando, sin convencimiento...Tampoco esta vez el público ha quedado contento... A la gente no le gusta ver un vestido bonito lleno de manchas, y escuchar un texto poco creíble.

Los siguientes en actuar son los integrantes de un grupo musical llamado "Fuerzas de Seguridad del Estado". Su coreografía consiste en bailar alrededor del público y procurar entretenerle, para que sus protestas por la mala actuación de los actores, no vayan demasiado lejos. 
Pero de pronto, una amiga del Villano, cambia la música y los bailarines, un poco perdidos con la nueva coreografía, tropiezan, se caen encima de los espectadores, y nerviosos agreden a algunos que intentaban levantarse... 
La representación se está convirtiendo en un esperpento...(con perdón a Valle Inclán) 

A continuación, aparece en escena "La justicia". Vestida con un traje blanco y negro, se la ve  insegura y con voz vacilante. Se extravió su texto, y tiene que improvisar basándose sólo en unos apuntes que "El Villano" le ha facilitado. Al terminar, se retira sin aplausos. Los espectadores, no han entendido muy bien su actuación.

 Ha terminado el primer acto... El público se remueve en sus butacas... Es la hora del refrigerio, y vestidos como el público para transmitir complicidad y poder vender sus productos, recorren la platea "Los Sindicatos". Llevan una cesta enorme llena de silbatos y banderas, mientras recitan poemas de libertad y justicia... El público, al ser conocedor de dichos poemas, demasiado manidos, no presta mucha atención, pero compra encantado los productos que les ofrecen.
    
     Vuelven a apagarse las luces... Se hace el silencio... Los tramoyistas preparan la próxima escenografía... Cuando el telón se abre, el público puede contemplar un decorado viejo y obsoleto: "La Monarquía". En un trono pintado de oropel descascarillado, se encuentra el personaje de piedra de la obra: "El Rey". Vestido impecablemente, saluda con la mano... El público aplaude. Su papel no es otro que el de estar allí, maquillado de cercanía popular. De pronto, algo inesperado ocurre... El calor de los focos, hace que su maquillaje se empiece a desquebrajar... Poco a poco, va desapareciendo resbalando por su rostro, y manchando su traje impoluto. Consciente de que el público está viendo su verdadera cara, intenta sonreír y saludar de nuevo, agarrándose fuertemente a su trono. Demasiado tarde, el público ya se ha dado cuenta, y el silencio hasta ahora reinante, se convierte en murmullos, cada vez más sonoros. Ante el deterioro evidente del actor, se baja el telón, y al subirlo de nuevo, un actor más joven, intenta interpretar el mismo papel, esta vez sobre un trono nuevo. Mira a los ojos a los espectadores, mientras recita su guión. El público se va calmando, aunque en sus rostros se puede apreciar cierto escepticismo. 

La obra finaliza... Se baja el telón, y se encienden las luces.
 Entre indignados y tristes, la gente va abandonando sus butacas y se dirige a la salida... En la puerta, hay un grupo de parlanchines populistas, que con programas que huelen a papel recién impreso, les invita a que no vuelvan a ese teatro, y se unan a ellos en su espectáculo callejero. Todos aceptan los pasquines, guiados por la decepción de la obra que acaban de ver, y se agarran a ellos, como última esperanza de contemplar por fin, una obra con la que sentirse identificados.

 Ya en la calle, y cada uno con sus reflexiones, tienen una sensación común de frustración, porque han asistido a una estafa, a una obra decepcionante, y encima, han tenido que pagar por verla... Pero a pesar de todo, y a pesar de las nuevas ofertas, ese mismo público, volverá mañana a llenar el teatro.