VERANEO DE DOBLE FAZ


  


"Lo que da valor a un placer, es usarlo raramente." (JUVENAL)


   
      De vez en cuando, me gusta subir a mi atalaya memorial, para analizar desde mi punto de vista algunas situaciones, que desde el suelo real, no entiendo muy bien, o creo que tienen dos interpretaciones.
  
 Llega la época estival, con la que sueña la gran mayoría de personas, como un niño con la noche de Reyes; y con la que sueñan las empresas de hostelería, agencias de viaje, compañías aéreas...etc., para compensar los bajos ingresos que han tenido durante el resto del año, aunque al final de la temporada, haya habido más ruido que nueces; con la que sueñan también muchos parados que al menos podrán sanear algo su economía, a costa de muchas horas de trabajo, claro.


   Pero centrémonos en los que "descansan".
Según la RAE, vacación es el <descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios>. Nada dice que para dicho descanso, haya que desplazarse a ningún sitio, pero claro, viajar es guay... Hay que cambiar de sitio, pues para la gran mayoría, es indispensable para desconectar de la rutina, aunque para algunos, peligre el pago de la hipoteca en los próximos meses, debido al gasto que esto conlleva, y para todo no hay. Pero, que caray... "que nos quiten lo bailao".


Ya estoy en mi atalaya... Paso por alto los extremos, como por ejemplo la gente con alto poder adquisitivo, que no necesitan fechas concretas para su "dolce vita", ni la gran cantidad de descerebrados que desde países supuestamente civilizados nos visitan, y que su único leit motiv para divertirse son el alcohol, las drogas y la falta de respeto, y que "enriquecen" a empresarios faltos de escrúpulos y del mismo respeto. 
Me concentro nada más en observar a los que conocemos como "gente normal".

Dirijo mi vista hacia un lado, y veo a gente con el semblante relajado, tomando el sol en tranquilas playas. Veo adolescentes que descubren por primera vez el amor, con alguien a quien, en la mayoría de los casos, no volverán a ver, pero que ha hecho que sus vacaciones sean inolvidables... Veo a personas descubriendo rincones con magia y encanto, alejados de playas masificadas, y que no figuran en los folletos vacacionales de las agencias de viajes.


También veo a gente, que ha vuelto a sus raíces, visitando el lugar que les vio nacer, y reviviendo momentos y fiestas patronales, en los que fueron felices en su infancia. También a chicos y chicas luciendo su bronceado en las discotecas. Parejas cenando en románticos veladores, o dando largos paseos a la luz de la luna. Niños que juegan. Gente que ríe. Parejas que se aman...


Y toda esa gente, regresando a sus casas, con las pilas cargadas y un montón de bellos recuerdos. Todo es perfecto. 
Me gusta lo que he visto, sí.


Dirijo ahora la vista hacia el lado opuesto, y aunque la panorámica es aparentemente igual, al ajustar los prismáticos de la memoria, lo que veo es gente con aspecto cansado, después de aguantar estoicamente varias horas en la carretera. Veo playas saturadas de personas envueltas en un olor, mezcla de sudor, bronceador de coco y bocata de chorizo. Veo colas en los puestos de pollo al ast. Niños que corretean gritando en los restaurantes, mientras sus padres, indolentes, engullen paellas prefabricadas. Veo jubilados al amanecer cargados con sombrillas y tumbonas, para ser los primeros en marcar su territorio en la playa, y más tarde, peleas por defender ese territorio, convencidos de que les pertenece.

 Veo gente con la pulserita de "todo incluido" haciendo siempre el mismo peregrinaje: hotel-playa, playa-hotel, pues el salir más, significa un gasto fuera de su presupuesto. Veo a familias enteras en las plazas y piscinas de sus pueblos natales, con cara de resignación, por haber sido su única opción de salir sin tener que gastar mucho dinero, y cargando las maletas al marcharse de "delicias" de matanza, que les llene la despensa, aunque les suba el colesterol. Veo matrimonios que durante todo el año, y debido al trabajo, no están acostumbrados a estar todo el día juntos, y las vacaciones, lejos de ser un motivo de alegría por poder estarlo, se convierten en un empacho mutuo, de tanta presencia, y añorando en su fuero interno, volver al trabajo, y a su propio mundo individual.


Y llegó la hora de volver... De nuevo, horas interminables en la carretera, en las que da tiempo a preparar mentalmente el relato de sus vacaciones a los vecinos y amigos, acompañándolo con las fotos de la paella. Es importante convencerles de lo maravilloso que es salir de vacaciones, aunque haya que "adornar" dicho relato, con el único propósito de causar envidia a esos "pobres" que se han tenido que quedar en la ciudad.

Y después viene lo que a algún psicólogo con dudoso ingenio le dio por llamar "Síndrome post-vacacional", lo que no es otra cosa que el volver a abrir los ojos y darse cuenta, que no ha servido de nada escapar... Todo sigue ahí. 

Pero, a pesar de todo, es necesario tener un motivo que haga suavizar la realidad; quedan once meses para maquillar las vacaciones pasadas, y así soñar con las próximas, mientras echan la culpa de sus infortunios al gobierno, insultan a los políticos corruptos, hablan del tiempo en el ascensor, y se empapan de fútbol.

Está claro que cada cual, le da un sentido a la palabra vacaciones, pero todos coinciden en lo maravillosas que son... Y la verdad, es que de eso se trata, aunque para ello, sea necesario engañar a nuestra propia memoria. 

Me bajo de mi atalaya, y vuelvo a mi rutina, que por cierto, también voy a intentar maquillar, para hacerla más atractiva.