Había que inventarse momentos de luz,

Luces brillantes
En miradas mortecinas.
Había que inventarse esperanzas...
Utopías...
Y colores mezclados entre el gris
del día a día.
Había que inventar lágrimas de risa...
y cambiar por carcajadas los lamentos.
Había que inventar que antes de la muerte
se vivía.
Y había que inventarse un nombre
Que suavizase la pena reprimida.
Abstracto y quimérico...
Y le llamamos alegría.
Olga
20/03/2014